domingo, 24 de octubre de 2010

La Retina ¿Qué es?

La retina es un tejido muy delicado compuesto por células nerviosas que tienen como función percibir la luz y son una extensión del cerebro que tapiza el globo ocular por dentro en su parte posterior. Como tejido nervioso que es, su capacidad de regeneración y curación es limitada y de allí deriva la gravedad para la función visual que representan las enfermedades que la afectan.

¿Cómo se examina la retina?
Para poder ver completamente la retina hay que hacer un examen de fondo de ojo, y para ello el oftalmólogo, dilatará previamente sus pupilas aplicando unas gotas en los ojos. Durante este reconocimiento indoloro, su oftalmólogo observará la retina y el humor vítreo.
Debido a la dilatación de las pupilas, es normal que la luz le incomode y que vea borroso después del examen. Esta visión borrosa desaparecerá con el paso de algunas horas, dependiendo de las gotas utilizadas.

Otras pruebas especiales para examinar la retina
Además del examen directo del fondo del ojo, se cuenta con pruebas complementarias tales como la Fotografía Digital a Color y con Autofluorescencia, la Angiografía de Retina, en la cual se inyecta un colorante en la vena del brazo y se toman una serie de fotografías del fondo de ojo con una cámara especial, para observar la circulación en los vasos de la retina y  la Tomografía de Coherencia Óptica (OCT según sus siglas en inglés) entre otras.
Este último recurso es el más recientemente incorporado en el arsenal diagnóstico de los oftalmólogos. Dicho método de examen, utiliza un instrumento óptico de precisión acoplado a un sistema informático capaz de generar imágenes de cortes transversales (tomografías) de la retina, algo que hasta hace algún tiempo sólo podía estudiarse en un laboratorio examinando el tejido bajo un microscopio.
Su funcionamiento se basa en una técnica de medición óptica llamada “interferometría de baja coherencia”, la cual está basada en un principio similar al de los ultrasonidos, pero en lugar de ondas de sonido, utiliza un haz de luz. Una de sus mayores ventajas es que no requiere contacto con el tejido examinado pero requiere una transparencia suficiente de los medios ópticos que permita obtener una señal de buena calidad.
Al no requerir contacto entre el instrumento y el ojo, se facilita en gran medida la cooperación del paciente y se evita riesgos de transmisión de infecciones entre pacientes. Por otra parte el examen puede hacerse sin dilatar la pupila aunque la mayoría de las veces se prefiere realizar la prueba bajo dilatación pupilar. Es un examen bastante rápido, un segundo para la adquisición de cada tomograma, por lo que la evaluación completa de los dos ojos del paciente puede tomar unos 5 minutos, sin producir ningún tipo de molestia a la persona pues ni siquiera requiere altos niveles de iluminación del ojo.
Las aplicaciones de este examen son múltiples pero se centran básicamente en enfermedades de la mácula (parte central de la retina) tales como, agujero macular, edema macular del diabético, edema macular por trombosis venosas, desprendimiento seroso de la retina, degeneración macular de diversas causas (la más importante es la edad), neovascularización sub-retiniana, coroidopatía serosa central, entre otras. Y más recientemente se ha empleado en la medición del espesor de la capa de fibras nerviosas que forman al nervio óptico siendo de gran utilidad en el diagnóstico precoz del glaucoma (hipertensión ocular que produce daño del nervio óptico) así como de enfermedades que afecten al nervio óptico y que sean capaces de producir atrofia del mismo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Ranibizumab... si saliera de su bolsillo ¿Usted lo pagaría?

En un reciente Congreso Europeo de Oftalmología llevado a cabo hace pocas semanas, uno de los asistentes, que es un reconocido especialista en retina de España, se puso de pié y preguntó a los colegas que dirigían la mesa, así como a todos los asistentes, si en el caso tal, de que alguno de ellos tuviera que ser tratado con un antiangiogénico y lo tuvieran que pagar de su bolsillo, pagarían el Ranibizumab (producto bastante costoso que cuenta con la aprobación oficial para ser utilizado en oftalmología) o el Bevacizumab (producto mucho menos costoso pero que no cuenta con la aprobación oficial para ser utilizado en oftalmología). De más está decir que ambos productos han demostrado igual perfil en cuanto a eficacia y riesgos. Fue curioso ver la respuesta de todos los allí presentes (alrededor de 300 personas, entre alemanes, holandeses, franceses, ingleses, turcos, rusos, asiáticos, estadounidenses, mexicanos, etc) ninguna mano se levantó para decir que se pondrían el producto costoso pero oficial y por el contrario todos (cosa que es infrecuente en el gremio médico) estuvieron de acuerdo en que se administrarían el otro producto a pesar de carecer de la aprobación de los organismos oficiales. Hay que tomar en cuenta que la diferencia de precio es realmente muy notable y si todos coincidimos en que el efecto es el mismo la decisión en obvia..... pero hay algo más detrás de esto lo cual fue señalado por el mencionado colega..... acaso al administrar este medicamento (me refiero al costoso) en nuestros hospitales no estamos pagándolo todos los contribuyentes que aportamos nuestras cuotas religiosamente a los sistemas de seguridad social.... El lector puede darse cuenta rápidamente, que lo que hay detrás de este asunto es un tema económico, donde intervienen la industria farmacéutica y los estamentos oficiales encargados de regular el uso de los medicamentos. Por el momento, cada uno supongo que utilizará el medicamento que pueda o que le "obliguen". En estos tiempos de crisis, es una reflexión interesante pues no podemos estar continuamente desangrando al sistema de seguridad social para llenar las arcas de ciertas empresas farmacéuticas. Tómese en cuenta, que con lo que cuesta tratar a un sólo paciente con un producto se pueden tratar a más de 20 con el otro y reitero que los resultados desde el punto de vista médico son iguales, al menos a la luz de los conocimientos actuales, de hecho el producto más económico, fue el que se utilizó primero y con el que se tiene la mayor experiencia y el mayor volumen de pacientes tratados. Es conveniente aclarar que ni yo ni probablemente el colega que hizo esta reflexión, tenemos intereses económicos en este asunto y lo que me motiva a publicar este comentario son razones meramente asistenciales.